¡Qué bien hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos (cf. Mc 7, 31-37)
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“¡Qué bien lo hace todo!”, dijo la gente refiriéndose a Jesús. También nosotros lo decimos. Porque en él Dios, creador amoroso de cuanto existe, alivia a los agobiados[1], cumpliendo lo que prometió: “¡Animo! No teman. He aquí que su Dios viene a salvarlos”[2].
Para eso ha llegado al extremo de hacerse uno de nosotros en Jesús, a quien hoy encontramos sanando a un hombre agobiado por la sordera y la tartamudez, que representa lo que el pecado provoca; nos aísla mortalmente al impedirnos escuchar a Dios y a los demás, y al entorpecer nuestra comunicación con ellos.
Pero Jesús tomó a aquél hombre y lo apartó de la gente, porque como explica el Papa, la Palabra de Dios, para ser escuchada, necesita de silencio[3]. Lo tocó, es decir, se hizo cercano a él. Miró al cielo para enseñarnos, como hace notar san Beda, que es del Padre de donde debemos esperar la salvación[4]. Y le dijo: “¡Ábrete!” Entonces quedó plenamente restablecido para la comunicación con Dios y con los demás.
Muchas veces, como aquél hombre, estamos encerrados en nosotros mismos. No escuchamos a Dios, a la esposa, al esposo, a los papás, a los hijos a los hermanos, a los compañeros, a la gente que nos rodea. Somos indiferentes a lo que sienten y viven. No somos capaces de decirles una palabra que les ayude, que les haga sentirse queridos y comprendidos, que los consuele, que los oriente y que les dé esperanza.
Pero Jesús puede sacarnos del aislamiento. Para ello, apartémonos de lo que nos distrae y dejémonos tocar por él, a través de su Palabra, sus sacramentos –sobre todo la Eucaristía– y la oración. Así nos elevará al Padre, que restablece nuestra comunicación con él y con los demás. Una comunicación que no hace favoritismos ni excluye a los pobres, como dice Santiago[5]. Una comunicación que une, que realiza, que hace posible que progresemos como pareja, como familia, como Iglesia, como sociedad, y que nos conduce a la eternidad. Una comunicación que nos hace capaces de exclamar: ¡Qué bien lo hace todo Jesús!
+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros
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[1] Cf. Sal 145.
[2] Cf. 1ª Lectura: Is 35,4-7.
[3] Cf. Angelus, domingo 6 de septiembre de 2015.
[4] Cf. In Marcum, 2, 31.
[5] Cf. 2ª Lectura: St 2,1-5.