Quien empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios
(cf. Lc 9,51-62)
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Jesús, Dios hecho uno de nosotros, ha venido a liberarnos del pecado, a darnos su Espíritu y a unirnos al Padre, en quien somos felices por siempre 1. Sin embargo, ante él, a veces nos parecemos a los samaritanos, que no quisieron recibirlo. Otras, somos como los discípulos, que al sentirse heridos por el rechazo, quieren acabar con la “bola” de pecadores. Y otras más, somos como esos que quieren seguirlo, pero con condiciones.
Jesús es tan bueno que, aunque nos pongamos en alguno de esos planes, nos echa la mano. Porque como dice el Papa, no sabe hacer otra cosa que sacarnos adelante 2. Lo hace, aunque le cerremos las puertas de nuestra vida, de nuestra familia y de nuestra sociedad. Nos ayuda, porque sabe que esa cerrazón nos intoxica de egoísmo y plaga al mundo de mentira, injustica, corrupción, pobreza, contaminación y violencia.
Él nos echa la mano también si somos de esos que, sintiéndonos buenos, nos indignamos con los que no piensan y viven como nosotros, y decidimos hacerlos “papilla” con palabras, obras y omisiones. Jesús sabe que eso termina por destruirnos mutuamente 3. Por eso, como dice san Beda, nos enseña a amar y a desear la enmienda, no la venganza 4.
Y si somos de los que queremos seguirlo a nuestra manera, Jesús nos hace ver que seguirlo implica renunciar a la irracionalidad del egoísmo, como explica san Atanasio al interpretar la expresión: “Las zorras tienen madriguera y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”5.
Jesús también nos hace ver que por nuestro bien no debemos postergar el seguirlo, dándole largas, o dudando si conviene vivir como él enseña. No seamos de los atarantados que dicen: “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Déjalo mejor para pasado mañana y así tendrás libres hoy y mañana”.
Como Eliseo, que al escuchar la llamada divina a través de Elías, le entró 6, 7, confiemos en Dios, que es bueno, que nos ama y que quiere lo mejor para nosotros, y sigámoslo por el camino del amor. Así, amando y sirviendo, ayudaremos a otros a seguirlo, testimoniando que, como dice Benedicto XVI: “Dios, no quita nada y lo da todo”8.
+Eugenio A. Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros
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[1] Cf. Sal 15.
[2] Encuentro con las familias, Tuxtla Gutiérrez, 15 de febrero de 2016.
[3] Cf. 2ª Lectura: Gál 5, 1.13-18.
[4] Cf. Catena Aurea, 9957.
[5] Catena Aurea, 9957.
[6] Cf. 1ª Lectura: I Re 19, 16b.19-21.
[7] Cf BENEDICTO XVI, Angelus 1 de julio de 2007.
[8] Cf. Homilía en la inauguración de su pontificado, 24 de abril de 2005.