Busquen primero el Reino de Dios y su justicia (cf. Mt 6, 24-34)
Eclo 15,15-20
1 Cor 2,6-10
Mt 5,17-37
¡Cuántas cosas nos preocupan! El dinero que no alcanza. La crisis económica que se globaliza. Las extrañas decisiones de los gobernantes y de los poderosos del mundo. Todo esto nos hace mirar con incertidumbre el futuro, hasta preguntarnos si tendremos con qué comer y con qué vestir. Y esta angustia nos puede confundir y llevarnos a buscar seguridad privilegiando el dinero.
Así terminamos usando y descartando a la gente, como si fuera objeto de placer, de producción o de consumo, con lo que hacemos que la injusticia, la pobreza, la corrupción, la indiferencia y la violencia se apoderen del mundo. “La inequidad –afirma el Papa– es la raíz de todos los males sociales”[1].
Pero en medio de esta oscuridad, Dios, creador todopoderoso de cuanto existe, nos dice: “Nunca me olvidaré de ti”[2] ¡Él no nos abandona! Nos lo ha demostrado cuando, luego de que desconfiamos de él y pecamos, con lo que abrimos las puertas del mundo al mal y la muerte, envió a su Hijo para salvarnos, darnos su Espíritu y hacernos hijos suyos.
¡Podemos confiar en Dios! Él es el único que, en medio de la inestabilidad de este mundo, nos da la firmeza de una vida por siempre feliz[3], y nos enseña cómo alcanzarla: siendo fieles administradores de lo que somos y tenemos[4]. “El que es esclavo de las riquezas –dice san Jerónimo– las guarda como esclavo, pero el que sacude el yugo de su esclavitud, las distribuye como señor”[5].
¿Cómo ser fieles administradores y distribuir como señores? Buscando primero el Reino de Dios y su justicia, lo que significa dejarse amar por Dios, y llenos de su amor, amarlo y amarnos los unos a los otros, procurando, como decía Pío XII: “crear condiciones sociales capaces de hacer posible a todos una vida digna”[6].
Buscando primero el Reino de Dios y su justicia, difundiremos los bienes espirituales de la fe, que, como afirma el Catecismo, favorecen el desarrollo de los bienes temporales[7]. Así podremos enfrentar los retos actuales de manera más creativa que resignada, y construir un mundo en el que sea posible mirar el futuro con esperanza.
+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros
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[1] Evangelii gaudium, 202.
[2] Cf. 1ª Lectura: Is 49,14-15.
[3] Cf. Sal 61.
[4] Cf. 2ª Lectura: 1Cor 4,1-5.
[5] Catena Aurea, 3624.
[6] Discurso del 1º de junio 1941.
[7] Cf. Catecismo de la Iglesia católica, 1942.