Alégrense siempre en el Señor; se lo repito: ¡alégrense!… El Señor está cerca
Sofonías 3,14-18
Filipenses 4,4-7
Lucas 3,10-18
En el tercer domingo de Adviento, conocido éste con el nombre de “domingo gaudete”, el tema de la alegría cristiana se hace presente. En efecto, no sólo los textos bíblicos de hoy, sino también las oraciones de la Misa de este día, insisten en la importancia de permanecer alegres porque la Navidad está ya cerca.
La primera lectura del libro del profeta Sofonías dice a propósito de este tema: “Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo, Israel, gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén”. La razón para que se invite a los israelitas a estar llenos de gozo es porque: “El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti…”. Nosotros debemos entender, por consiguiente, que sólo cuando el Señor está a nuestro lado, en nuestro corazón, es cuando realmente rebosaremos de una verdadera alegría, que nada ni nadie nos podrá arrebatar nunca jamás.
El texto de san Pablo es magistral, sin duda alguna. El apóstol, estando en prisión, exhorta a los cristianos de la comunidad de Filipos a que se mantengan alegres; esto lo repite una y otra vez. Y, de nuevo, la razón es la misma: “El Señor está cerca”. Nosotros debemos empezar desterrando, de nuestro lado, tantos y tantos miedos que nos ahogan y no nos dejan disfrutar de la cercanía de Dios. Muy bien san Pablo afirma: “No se inquieten por nada”; recomendándonos, además, la oración de súplica y de acción de gracias: “presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud”.
El evangelio de san Lucas continúa el texto de hace ocho días. Nos presenta, de nuevo, la figura de Juan el Bautista; se resalta su predicación clara, concisa, directa, práctica y actual. Por ejemplo, a la gente le recomendaba: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”. A los publicanos: “No cobren más de lo establecido”. A los soldados: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente…”. A todo el pueblo en general: “ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias…”. Estas palabras de Juan Bautista son un llamado de Dios para que llevemos, en el Adviento, un estilo de vida especial: practicando la misericordia hacia los más necesitados; no abusando de los demás; no extorsionando ni engañando a nadie; viviendo con sencillez y humildad como Juan lo hacía.
En la Eucaristía de este domingo, preguntémosle al Señor con un corazón humilde, sincero y recto: Y nosotros ¿Qué tenemos que hacer en este Adviento? Él no tardará en respondernos. Amén.
+ Ruy Rendón Leal
Obispo de Matamoros