Esto es mi Cuerpo… Esta es mi Sangre (cf. Mc 14, 12-16. 22-26)
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La vida es maravillosa, pero difícil. Porque con frecuencia combaten en nosotros el bien y el mal, y muchas veces el mal gana la partida. Y como no vivimos solos, con nuestros errores nos pasamos a traer a la familia y a otros, lo mismo que los errores de la familia y de otros nos afectan a nosotros ¿Qué hacer entonces? ¿Decepcionarnos y darnos por vencidos?
Ante nuestras fallas, Dios responde mostrándonos el camino y tendiéndonos la mano para sacarnos adelante, como hizo con el pueblo de Israel, con el que estableció una Alianza, un pacto[1]. Y todavía fue más allá: se hizo uno de nosotros en Jesús para, amando hasta dar la vida, liberarnos del pecado, del mal y de la muerte, compartirnos su Espíritu, hacernos hijos suyos, y enseñarnos cómo participar de su vida por siempre feliz: amando y haciendo el bien[2].
Y para ayudarnos a hacerlo, inventó una forma de dársenos a sí mismo como alimento “multivitamínico de eternidad”[3]; en la Última Cena, tomó pan y dijo: “Esto es mi Cuerpo”. Y luego, tomando la copa de vino, exclamó: “Esta es mi Sangre”. “Y todavía hoy está allí Cristo –explica san Juan Crisóstomo– …porque no es el hombre quien convierte estas ofrendas en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sino el mismo Cristo”[4].
¡Eso pasa en cada Misa! En la Eucaristía, fuerza para el camino[5], Jesús nos llena de su amor y nos ayuda a compartirlo, como señala el Papa[6]. Agradecidos por este gran regalo[7], que hoy celebramos especialmente, participemos en la Santa Misa cada domingo y los más días que podamos, teniendo presente que, como decía san Vicente de Paul, al instituir la Eucaristía, Jesús nos demuestra que “el amor es creativo hasta el infinito” [8].
Fortalecidos con la Eucaristía, celebrándola y adorándola, pongamos todo de nuestra parte para superar con creatividad nuestras debilidades, y para transformar creativamente las dificultades en casa, en la escuela, en el trabajo y en la convivencia social, en oportunidades para ser mejores y para construir una familia y un mundo mejor.
+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros
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[1] Cf. 1ª Lectura: Ex 24, 3-8.
[2] Cf. 2ª Lectura: Hb 9, 11-15.
[3] Cf. Aclamación: Jn 6, 51.
[4] In serm. De Pass.
[5] Cf. Secuencia.
[6] Cf. Ángelus, 3 de junio de 2018.
[7] Cf. Sal 115.
[8] SV XI, 146 / ES XI, 65