Soy rey (cf. Jn 18,33-37)
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Un niño entró en una fuente de sodas y preguntó a la mesera: “¿Cuánto cuesta un helado doble?”. “Veinte pesos”, respondió ella. El chico sacó unas monedas y luego de contarlas, pensativo preguntó: “¿Y uno sencillo?”. “Quince”, contestó impaciente ella. “Por favor –dijo el niño– uno sencillo”. La mesera trajo el helado, puso la cuenta y se retiró. El niño comió y se fue. Al regresar para limpiar, la mesera vio con sorpresa que el pequeño había dejado cinco pesos; era su propina. El niño habría podido comprar el helado doble, pero decidió sacrificarse pensando en ella. Moraleja: nunca juzguemos antes de tiempo.
Sin embargo, a veces como esa mesera y como Pilato, nos dejamos llevar por las apariencias, y ante Jesús, que sin ostentación, sin ejércitos y sin armas, sino humilde, pacífico y amoroso nos sale al encuentro en su Iglesia a través de su Palabra, sus sacramentos, la oración y el prójimo, le preguntamos: “¿Eres tú rey? ¿Por qué no lo demuestras acabando con los desastres y los problemas que hay en el mundo?
Pensando en nosotros y en nuestra salvación, Jesús aclara: “Soy rey”, porque él es Dios, creador de todas las cosas, que por amor se hizo uno de nosotros para, sacrificándose hasta dar la vida, rescatarnos del pecado, darnos su Espíritu y hacernos hijos de Dios, partícipes de su Reino 1 , que jamás será destruido 2 .
Sí, Jesús es rey. Pero su Reino no es de este mundo, porque aunque está aquí, no se fundamenta en fuerzas inferiores ni se termina, como hacen notar san Teofilacto y san Juan Crisóstomo 3 . Su Reino es algo infinitamente más grande; algo que permanece por toda la eternidad. Es el testimonio de la verdad ¿Cuál verdad? Que el auténtico poder es el amor, que es Dios, y que ese poder hace triunfar para siempre el bien, la justica, el progreso y la vida.
Por eso el Papa recuerda que el reinado de Jesús nos libera de nuestras debilidades y nos anima a recorrer los caminos del bien, la reconciliación y el perdón 4. ¿Cómo formar parte de ese Reino? Siendo de la verdad y escuchando su voz, es decir, siendo honestos y obedeciendo su ley, que se resume en amar a Dios y al prójimo.
Siendo comprensivos, justos, pacientes, serviciales, solidarios, perdonando y pidiendo perdón, ayudaremos a construir una familia mejor y un mundo más humano para todos, de tal manera que muchos, ante Jesús, puedan exclamar con fe, amor y esperanza: “Señor, ¡tú eres nuestro Rey!” 5 . “¡Bendito el reino que llega!” 6.
+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros
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1 Cf. 2ª Lectura: Ap 1,5-8.
2 Cf. 1ª Lectura: Dn 7,13-14.
3 Cf. Catena Aurea, 13833.
4 Cf. Angelus, Domingo 22 de noviembre de 2015.
5 Cf. Sal 92.
6 Cfr. Aclamación: Mc 11, 9.10.