H. Matamoros. Circular del Sr. Obispo con motivo de la Cuaresma, tiempo litúrgico que comienza el miércoles de ceniza.
A TODO EL PUEBLO DE DIOS QUE PEREGRINA EN LA DIÓCESIS DE MATAMOROS
¡GRACIA Y PAZ!
Hermanas y hermanos en Cristo Jesús:
[blockquote align=”left” animation=”fadeInLeft” bg_color=”FFFFFF” txt_color=”FFFFFF”]La cuaresma es un tiempo de gracia que el Señor nos ofrece para renovar, fortalecer y comprometer nuestra vida personal, familiar y eclesial. [/blockquote] Como tiempo de preparación para la Pascua, la cuaresma comienza el miércoles de ceniza y concluye el jueves santo por la mañana.
Es un tiempo favorable para intensificar la oración, practicar el ayuno y desbordarnos en caridad hacia el hermano necesitado.
Así mismo, escuchando con el corazón la palabra que Dios nos estará compartiendo en la sagrada escritura, en la liturgia y en el prójimo, sin duda tendremos muchos elementos a nuestro alcance para descubrir lo que el Señor hoy en día quiere de nosotros.
Les propongo para esta cuaresma:
1. Renovar con fe nuestra vida personal, familiar y eclesial.
Se trata de convertir nuestra mente y nuestro corazón de tal manera que los criterios que nos muevan sean los criterios del Evangelio de Jesús y no los criterios particulares que muchas veces están marcados por el egoísmo. Un buen examen de conciencia, hecho con responsabilidad y honestidad, nos ayudará a detectar esas limitaciones que conviene, arrepentidos, poner en la presencia de Dios por medio de una buena confesión.
Renovar el entorno familiar, quitando aquellas actitudes pesimistas y negativas que nos desunen o que nos hacen indiferentes a las necesidades de nuestra gente. Los padres y los hijos tienen aquí una gran tarea por realizar. Durante la cuaresma habrá que reunirnos y, en ambiente de oración, ponernos de acuerdo para reavivar nuestros ideales familiares que con el correr del tiempo se van apagando.
Renovar el ambiente de nuestra comunidad eclesial, buscando que la Iglesia aparezca como signo claro de la presencia del Reino en medio de una sociedad que vive sin Dios. Qué importante es que en las comunidades parroquiales se vivan los valores del Reino: vida, amor, gracia, justicia, unidad, verdad y paz. Todos los que formamos parte de una comunidad tenemos el compromiso de luchar permanentemente por estos valores.
2. Fortalecer con esperanza nuestra vida personal, familiar y eclesial.
Hoy más que nunca necesitamos el don de fortaleza que nos haga capaces de afrontar con valentía los grandes retos personales del tiempo presente. La gran tentación, al no ver un mañana prometedor, es claudicar, abandonando nuestros principios e ideales. No estamos solos. El Señor es nuestra fuerza, perseveremos en el buen camino.
Y, ¿qué decir de nuestra vida familiar, muchas veces dañada por la desesperanza y la frustración? ¡Ánimo! Tenemos que reconstruir sólidos lazos familiares ya que es en el hogar donde se enseña y se aprende a dialogar, a compartir, a perdonar, a orar, a ser solidarios.
Debemos también fortalecer el ambiente de Iglesia fijándonos no tanto en las debilidades y problemáticas, sino sobre todo en aquello positivo que tenemos en nuestra comunidad: predicación de la palabra, celebraciones litúrgicas, obras de servicio, movimientos y asociaciones laicales. Así también, aprovechando lo que se nos ofrece en este tiempo litúrgico, como por ejemplo: ejercicios de piedad, retiros espirituales, homilías, reuniones parroquiales.
3. Comprometer con caridad nuestra vida personal, familiar y eclesial.
La cuaresma no solo es tiempo para recibir gracias de Dios; también, y sobre todo, es tiempo para dar y compartir. En efecto, el Señor nos invita de manera particular a que nos acerquemos a los hermanos y hermanas que pasan por situaciones difíciles y que abramos nuestro corazón ofreciéndoles una palabra, un gesto, una ayuda concreta y efectiva que les haga sentirse reconfortados y motivados para continuar su diario camino de lucha y de esfuerzo.
En este compartir, nuestra familia puede involucrarse participando en algún proyecto fraterno a favor de algún sector de la población; los hijos deben ser testigos del corazón bondadoso de sus padres, incluso como familia se puede llevar a cabo alguna obra de misericordia que contribuya para mitigar el dolor o la necesidad de los demás.
El compromiso, por último, como comunidad eclesial, conviene dirigirlo a una obra especial de nuestra Iglesia. Tantas instituciones e iniciativas de carácter social que tenemos en la diócesis de Matamoros: casas de migrantes, casas de indigentes, casas hogar, centros de rehabilitación, pastoral de la salud, etc. La cuaresma, sin duda, es el tiempo oportuno para abrir el corazón de nuestras comunidades y volcarnos en ayuda solidaria con estos grupos humanos más vulnerables.
Con mi mejor deseo de que todos vivamos una excelente cuaresma y que lleguemos bien dispuestos a celebrar los Misterios que nos han dado nueva vida. Y que la Santísima Virgen María interceda por nosotros ante su Hijo Jesucristo. Amén.
Dado en la Sede de Nuestra Señora del Refugio de Pecadores de H. Matamoros, Tamaulipas, a los 14 días del mes de febrero 2015, Año de la Interpretación de la Realidad Diocesana, y de la Vida Consagrada.
+Ruy Rendón Leal
Obispo de Matamoros