La Misericordia triunfa sobre la muerte
La misericordia de Dios, hecha presente en la persona de su Hijo Jesucristo, la hemos palpado claramente durante estos días de la Semana Santa. En efecto, Jesús el jueves santo, lleno de misericordia, instituyendo la Eucaristía, nos ha dado de comer y beber, su cuerpo y su sangre; y con los gestos y palabras de lavar los pies a sus discípulos y mandarnos que nos sirvamos y amemos unos a otros hasta dar la vida, ha hecho que nos involucremos en esta maravillosa dinámica de la misericordia. Primero nos da misericordia, y luego nos pide ser misericordiosos con nuestros prójimos, siguiendo su ejemplo.
Y por si alguien todavía dudara de la misericordia de Dios en su Hijo muy amado, el viernes santo recordamos e hicimos presente el acto misericordioso de donación más grande que haya experimentado la humanidad: la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo en la cruz. Él murió por nuestros pecados, para que nosotros tuviéramos Vida en abundancia.
La misericordia, sin embargo, no concluye en la muerte ni en el sepulcro. La misericordia culmina, más bien, en la resurrección, en el triunfo sobre la muerte, sobre el pecado. Jesús, la Misericordia del Padre, resucita de entre los muertos como lo había prometido. Y con esta victoria, comprendemos perfectamente que el camino de la misericordia, es decir, del abajamiento, del servicio, de la humillación, de la solidaridad, de la caridad y entrega a los más necesitados, tiene su coronación en la felicidad plena, en la alegría que no se acaba, en el gozo que dura para siempre, en Dios nuestro Señor. Amén.
¡FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN!
+ Ruy Rendón Leal
Obispo de Matamoros