Mensaje de nuestro Obispo sobre el Adviento
H. Matamoros. Envía circular Mons. Ruy Rendón sobre el tiempo litúrgico que habremos de vivir.
A TODO EL PUEBLO DE DIOS QUE PEREGRINA EN LA DIÓCESIS DE MATAMOROS
¡GRACIA Y PAZ!
Queridos hermanos y hermanas.
El tiempo del Adviento que estamos por iniciar marca el inicio de un nuevo año litúrgico; año que, sin duda, nos ayudará a impregnarnos del Misterio de Cristo, “desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor” (Sacrosanctum Concilium No. 102).
Este tiempo de adviento tiene un atractivo especial, ya que nos hace experimentar un sentimiento profundo del sentido de la historia, nos hace redescubrir la belleza de estar todos en camino (cfr. Papa Francisco, Ángelus, Plaza de San Pedro, I Domingo de Adviento, 1 de diciembre de 2013).
La preparación a la llegada de Jesús, la viviremos en 2 partes: la primera inicia con el primer domingo de Adviento y termina el 16 de diciembre, en la que la misma Palabra de Dios, con marcado carácter escatológico, nos preparará a la venida del Señor al final de los tiempos; y la segunda parte inicia el 17 de diciembre y culmina el 24 de diciembre, orientándonos a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en la historia y en la Solemnidad de la Navidad.
En este tiempo las lecturas que nos acompañarán, nos presentan a personajes clave: Isaías, figura de espera por la Salvación, Juan Bautista, figura de preparación, y María, Virgen de la esperanza y Madre del Salvador.
Resulta importante descubrir que el Adviento está tocado, de una forma muy particular, por la esperanza, que es la virtud que sostiene al alma, que consuela al ser humano; la esperanza que transforma y que renueva las realidades humanas, construyendo desde ahora el Reino de Dios, Reino de justicia y de paz.
Démonos la oportunidad en este Adviento de redescubrir el sentido de la esperanza, el sentido de que hay necesidad de comenzar de nuevo, de volver a levantarse, de volver a encontrar el sentido de la meta de nuestra propia existencia, de encontrar la verdadera esperanza puesta en Dios.
Démonos la oportunidad de reconciliarnos con Dios, buscando el sacramento de la penitencia, que nos limpia y purifica, que crea en nosotros un corazón puro y nos renueva el espíritu (cfr. Sal 50), que nos reconduce por el camino de la espera gozosa y nos prepara a recibir al Señor en nuestro corazón.
Démonos la oportunidad de seguir transformando nuestra Iglesia, nuestra sociedad, dejando que el Rey de la paz nazca en nuestro corazón, pues con su nacimiento, que nos trae la verdadera paz, nos permite seguir siendo constructores de paz, de esa paz que perdura, de esa paz que transforma, de esa paz que solo el Señor con su nacimiento trae
Que Dios, nuestro Señor, nos permita prepararnos de manera plena para el nacimiento de su Hijo, y nuestros corazones sean otros “belenes” en los que Cristo, nuestra esperanza y nuestra paz, reine por siempre.
Dado en la Sede Episcopal de H. Matamoros de Nuestra Señora del Refugio de Pecadores, Tamaulipas, a los 28 días del mes de noviembre de 2014, Año del Conocimiento de la Realidad Diocesana.
+Ruy Rendón Leal
Obispo de Matamoros