Preparen el camino del Señor (cf. Lc 3, 1-6)
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“Preparen el camino del Señor” ¡Qué buen consejo! A esto nos invita el Bautista, predicando la conversión. Porque, como dice el Papa, su voz sigue resonando hoy (1) . Él nos hace revisar en este tiempo de Adviento si le estamos preparando el camino de nuestra vida a Jesús, para que pueda venir a nosotros.
¿Y porqué es importante que venga a nosotros? Porque Jesús, en quien Dios se hizo uno de nosotros y nació en Belén para salvarnos, volverá para darnos su gloria eterna, como anuncia el profeta Baruc (2). Así, él cambiará para siempre nuestra suerte, al igual que cambian los ríos la suerte del desierto (3).
Jesús volverá para liberarnos definitivamente del pecado, del mal y de la muerte, y para hacernos por siempre felices. Vendrá para hacer realidad todos nuestros sueños y esperanzas ¡Hará triunfar para siempre la verdad, la libertad, la justicia, el bien, el progreso y la vida! Por eso vale la pena prepararle el camino.
Hay que quitar lo que obstaculiza que Jesús venga a nuestra vida personal, familiar y social, rellenando lo hueco, rebajando lo que está pasado, haciendo recto lo tortuoso y allanando lo áspero ¿Cómo? Siguiendo la “técnica” que nos da san Pablo: dejando que el amor de Dios crezca en nosotros para escoger siempre lo mejor (4).
¿Y qué es lo mejor? Hacer el bien. Dice Orígenes: “Prepara en tu corazón el camino al Señor, por medio de una buena vida, y dirige la senda de ella por medio de obras nobles y perfectas, para que la Palabra de Dios discurra por ti sin ningún obstáculo” (5).
Pero, ¿cómo hacerlo cuando hay tantos obstáculos que nos estorban; crisis, enfermedades, penas y problemas en casa, la escuela, el trabajo y el mundo? San Ambrosio responde: “Cristo lo es todo para nosotros. Si quieres curar una herida, él es el médico… si tienes necesidad de ayuda, él es la fuerza; si tienes miedo a la muerte, él es la vida; si deseas el cielo, él es el camino” (6).
Acerquémonos a Jesús escuchando y haciendo vida su Palabra, recibiendo sus sacramentos y orando. Así, con su ayuda, podremos rellenar con su amor el hueco que haya en nuestro corazón; rebajar nuestro egoísmo, nuestra sensualidad, nuestra soberbia y nuestras envidias; hacer rectas nuestras intenciones; allanar nuestro mal carácter, nuestras indiferencias y nuestros rencores. Entonces, a través de nosotros, los demás verán que es real la salvación que Dios trae ¡A echarle ganas!
+Eugenio Andrés Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros
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1. Cf. Angelus, 6 de diciembre de 2015.
2. Cf. 1ª Lectura: Bar 5, 1-9.
3. Cf. Sal 125.
4. Cf. 2ª Lectura: Flp 1, 4-6; 8-11.
5. In Lucam, 21.
6. De virginitate 16, 99.