“Si no escuchan… no harán caso” (cf. Lc 16,1-13)
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Dicen que las cucarachas estropean más de lo que devoran. Así son los que hacen el mal o dejan de hacer el bien.Como el rico de la parábola, que, sin mirar más allá de su propio yo, fue indiferente a la desgracia de su prójimo, condenándose así al destierro eterno[1], “no por haber sido rico –explica san Juan Crisóstomo–, sino por no haber sido compasivo”[2].
Con este ejemplo, Jesús, que lo ha dado todo para salvarnos[3], abre nuestros ojos para que no perdamos la meta[4]. Porque, como dice el Papa: “también nosotros, demasiado concentrados en… nuestro bienestar, corremos el riesgo de no ver al hermano y a la hermana en dificultad” [5].
Cuando nos encerramos en nosotros mismos, los demás se vuelven invisibles; no vemos a la esposa, al esposo, a los hijos, a los papás, a los hermanos, a los compañeros y a los que están sufriendo alguna necesidad, física, material, emocional o espiritual. Solo pensamos en nosotros mismos, en lo que nos pasa, en lo que nos gusta y en lo que queremos. Y eso es fatal, porque además de no ayudarlos, nos estamos enfilando hacia el destierro eterno[6].
En su Mensaje para la Jornada mundial del migrante y del refugiado, que celebramos hoy, el Papa recuerda que el sentido de nuestro “viaje” en este mundo es el Reino de Dios, que ha querido que todos nos comprometamos en su edificación. Y afirma: “Nadie debe ser excluido… si queremos cooperar con nuestro Padre celestial en la construcción del futuro, hagámoslo junto con nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados” [7].
Eso requiere que, unidos a Dios a través de su Palabra, de la Eucaristía y de la oración, sepamos mirar a la familia y a los demás, especialmente a los más necesitados, a los migrantes y a los refugiados, y hagamos algo por ellos, conscientes de que ese es el único camino para construir juntos el futuro y conquistar la vida eterna a la que hemos sido llamados[8].
+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros
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[1] Cf. 1ª Lectura: Am 6,1.4-7.
[2] Hom. 2 in Epist. ad Phil.
[3] Cf. Aclamación: 2 Cor 8, 9.
[4] Cf. Sal 45.
[5] Homilía en la Jornada Mundial del Migrante, 29 de septiembre de 2019.
[6] Cf. 1ª Lectura: Am 6,1.4-7.
[7] Mensaje para la Jornada mundial del migrante y del refugiado, 25 de septiembre de 2022.
[8] Cf. 2ª Lectura: 1 Tim 6,11-16.