Esfuércense por entrar por la puerta, que es angosta (cf. Lc 13, 22-30)
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“¿Que tal el gimnasio?”, pregunta uno. “Bien –responde el otro–, me estoy poniendo en forma… pero de bola”. “¿Pues cuál es tu rutina?”, interroga el primero. “Mira –contesta el segundo–, lunes, pecho; martes, pierna; miércoles, milanesa; jueves, jamón; y viernes tamal”.
Si realmente queremos alcanzar algo, es necesario tomarnos las cosas en serio y echarle ganas. A eso nos invita Jesús; a desear de verdad la vida plena y eterna, y esforzarnos por llegar a ella. Como un buen entrenador, quiere que nos enfoquemos y nos decidamos a entrar en él, la única puerta que conduce a Dios[1], en quien somos felices por siempre.
“Jesús –comenta el Papa– no quiere engañarnos… Nos dice las cosas como son: el paso es estrecho… para salvarse uno debe amar a Dios y al prójimo, ¡y esto no es cómodo!… el amor es siempre exigente, requiere compromiso… «esfuerzo»”[2].
Quizá de momento no nos guste que Jesús nos hable con tanta claridad. Pero démonos cuenta que lo hace por nuestro bien. ¡Nos corrige porque nos ama! ¡Su amor es grande hacia nosotros[3]! De ahí que nos diga las cosas como son, para que a tiempo tomemos buenas decisiones y tengamos excelentes resultados[4].
Además, él nos ayuda: nos reúne en su Iglesia[5], donde nos fortalece con su Palabra, con la Eucaristía, con la Liturgia, con la oración y a través de muchas personas para que podamos hacer el “gran ejercicio” de amar a Dios y al prójimo.
Habrá momentos en los que te sientas sin ganas. Momentos en los que tengas que esforzarte hasta el límite. Momentos en los que tengas que renunciar a cosas agradables, pero que no son sanas, o siendo sanas, no tan valiosas como otras. Momentos en los que tengas que seguir adelante, aunque haya dificultades en casa, en la escuela, en el trabajo y en el mundo.
Pero no olvides que si quieres una vida plena y eterna, tienes que esforzarte. No seas como aquel que decía: “Ya tiene un mes que me inscribí al gimnasio y no veo resultados. Voy a tener que ir personalmente a ver qué está pasando”. Para ver resultados, tienes que entrarle. ¡Hazlo! Y si te espanta lo que esto exige, recuerda el gran consejo de san Juan Crisóstomo: no mires tanto si la entrada es estrecha, sino a dónde conduce[6].
+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros
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[1] Cf. Aclamación: Jn 14, 6.
[2] Cf. Ángelus, 25 de agosto de 2019.
[3] Cf. Sal 116.
[4] Cf. 2ª Lectura: Hb 12,5-7.11-13.
[5] Cf. 1ª Lectura: Is 66,18-21.
[6] Cf. Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, Homilía 23, 5-6.