Sígueme (cf. Lc 9,51-62)
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Jesús ha venido a hacernos felices por siempre. Sin embargo, a veces, como los samaritanos, no lo recibimos. Otras, como los discípulos, indignados ante quienes lo rechazan, queremos acabar con ellos. Y otras veces somos como esos que quieren seguirlo, pero con condiciones.
Sin embargo, Jesús es tan bueno que nos echa la mano. Él, que iluminado por el Espíritu Santo ha discernido la voluntad del Padre, se mantiene fiel a su decisión de seguir adelante en el amor, hasta la meta: dar la vida para liberarnos de la esclavitud mortal del pecado y unirnos a Dios, en quien somos eternamente dichosos[1].
Jesús nos ofrece este gran regalo, no lo impone. Por eso nos invita, como recuerda el Papa, a entrar en nuestra conciencia y escuchar a Dios, que nos ayuda a discernir el camino que debemos recorrer[2]. Y ese camino es el amor, que impulsa a hacer el bien.
Por eso Jesús corrige a los discípulos que, ante el rechazo de los samaritanos, quieren acabar con ellos. Les hace ver que el verdadero amor a Dios lleva a amar a todos, deseando, como explica san Beda, la enmienda, no la venganza[3].
No se trata de odiar ni de tratar de aniquilar a los que no creen en Jesús o que no viven como enseña. Eso, como hace ver san Pablo, solo terminaría por destruirnos mutuamente[4]. “El amor… abre –decía el beato Juan de Palafox–, el rigor… cierra”[5]. Ante los rechazos, hay que seguir adelante, como Jesús, firmes en el amor, que nos hace libres y nos lleva a hacer el bien.
¡Eso es creer en Jesús y seguirlo! Así nos lo enseña cuando, al que le dijo: “Te seguiré adondequiera que vayas”, le responde: “Las zorras tienen madriguera y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”. San Atanasio explica que con estas palabras, Jesús nos hace ver que seguirlo implica renunciar a la irracionalidad del egoísmo [6].
Sé inteligente y libre, y decídete a seguir a Jesús por el camino del amor. No le des largas. Éntrale, como hizo Eliseo[7]. No mires hacia atrás, añorando el estilo de vida egoísta, superficial y pasajero que tenías cuando estabas lejos de él. Date cuenta de que, como dice Benedicto XVI: “Dios, no quita nada y lo da todo”[8].
+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros
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[1] Cf. Sal 15.
[2] Ángelus, 30 de junio 2013.
[3] Cf. Catena Aurea, 9957.
[4] Cf. 2ª Lectura: Gál 5, 1.13-18.
[5] Trompeta de Ezequiel, Ed. BUAP, Puebla, 2012, Punto 1, pp. 17-18.
[6] Catena Aurea, 9957.
[7] Cf. 1ª Lectura: I Re 19, 16b.19-21.
[8] Cf. Homilía en la inauguración de su pontificado, 24 de abril de 2005.

