Ámense los unos a los otros (cf. Jn 13,31-35)
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Judas salió del cenáculo. Rompió con Jesús. Dejó de caminar con él y con los discípulos. ¿Porqué lo hizo? Porque, tentado por el diablo, decidió que sus propias ideas eran la única verdad. Así se fue decepcionando de que Jesús no hiciera lo que él pensaba que debía hacer, hasta que lo traicionó.
A veces nos pasa igual; engañados por el diablo, hacemos de una parte de la realidad un falso todo, y empezamos a creer que sabemos más que Dios. Entonces, al ver que no hace lo que queremos, comenzamos a desconfiar de Jesús, hasta que dejamos de caminar con su Iglesia, que es su cuerpo, y buscamos nuestro propio camino.
Pero Jesús se mantiene fiel al amor y sigue adelante. Sabe que él es Dios, hecho uno de nosotros para salvarnos. Sabe que Dios es amor, y no deja de amar, a pesar de la traición, el abandono, las envidias, los chismes, las injusticias, la violencia y los sufrimientos.
Como un corredor experto, salta los obstáculos para llegar a la meta; hacer realidad el sueño del Padre, que lo envió para liberarnos del pecado, compartirnos su Espíritu y llevarnos a él, que hace nuevas todas las cosas[1], y en quien somos felices por siempre. ¡Esa es la gloria!
Jesús puede renovarnos desde ahora, si seguimos la receta que nos da para hacer la vida plena y eterna: amarnos los unos a los otros, como él, que es compasivo, misericordioso y generoso para perdonar[2], nos ha amado; con un amor que, como explica san Agustín, nos hace hijos de Dios, capaces de vivir unidos como hermanos, amándonos mutuamente[3].
Jesús nos comparte su Espíritu de amor para que amemos a todos, incluso a los que no nos quieren. Él nos da la fuerza para perseverar en la fe, en la unidad y en el bien[4]. Su amor en nosotros, como dice el Papa, crea puentes[5]. Te hace superar la tentación de pensar que no hay más verdad que la tuya. Te abre a Dios, para que lo encuentres y lo escuches en su Palabra, en la Eucaristía, en la Liturgia, en la oración y en las personas, y así sepas comunicarte con tu familia y los demás.
Entonces distinguirás mejor la realidad. Te darás cuenta que solo amando como Jesús es posible colaborar con Dios para renovar y mejorar tu vida, tu matrimonio, tu familia, tu comunidad y el mundo, y alcanzar la dicha total que no tiene fin.
+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros
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[1] Cf. 2ª Lectura: Ap 21,1-5.
[2] Cf. Sal 144.
[3] Cf. In Ioannem, Trat. 65,1-3.
[4] Cf. 1ª Lectura: Hch 14,21-27.
[5] Cf. Regina coeli, 19 de mayo de 2019.