Jesús nació de María, desposada con José (cf. Mt 1, 18-24)
…
¿No te ha pasado que, a pesar de estar cerca de Dios, de hacer las cosas bien y de ser bueno con tu familia y con los demás, todo sale mal? Te enfermas. Tus papás se la viven peleando. Tus hermanos no te hablan. Tu pareja siempre está de malas. Tu suegra no te quiere. Tu nuera no te aguanta. Tus hijos se la pasan en el celular y no te hacen caso. Tu noviazgo anda fatal, lo mismo que la escuela y el trabajo. Un pariente está desaparecido. Y el mundo anda de cabeza.
¿Qué hacer? ¿Enojarte? ¿Mandar todo y a todos a volar? Muchas veces dan ganas de hacerlo. ¿Pero solucionarás algo? ¡Al contrario! Porque si solo ves una parte de la realidad y haces de eso un falso todo, te encadenarás al pasado, no avanzarás, y te condenarás a ti y a los demás a no tener futuro.
Que en la vida las cosas no salgan como esperábamos, nos pasa a todos. ¡Hasta a san José! El Evangelio afirma que era un hombre justo, fiel a Dios, como explica san Juan Crisóstomo[1]. Pero su prometida le salió con que estaba esperando un hijo que no era suyo. ¡Qué decepción! ¡Todos sus planes se acababan!
Sin embargo, aunque seguramente se sintió confundido, enojado, triste y desilusionado, no perdió el control. Como un buen piloto, que no se deja ofuscar por la tormenta, mantuvo el rumbo, sin perder de vista el objetivo: llegar a Dios. Por eso siguió siendo justo. Y Dios no le falló; envió a su mensajero para hacerle ver la realidad completa y lo que le tocaba hacer.
Así José pudo saber que el hijo que María esperaba, no era fruto de un engaño, sino obra del Espíritu Santo; y que ese niño, que nacería de su linaje[2], es Dios[3], creador de todo, que se ha hecho uno de nosotros para salvar a la humanidad de sus pecados. Y en este proyecto maravilloso, que nos ofrece un futuro pleno y sin final, a él le tocaba hacer su parte: recibir a María y al bebé que esperaba.
También Dios tiene un proyecto para ti, que él sacará adelante, a pesar de todos los obstáculos. Solo necesitas tener un corazón limpio[4], abierto, para que puedas escuchar las coordenadas que te da a través de su Palabra, de la Eucaristía, de la oración y del prójimo. Y esas coordenadas son: recibir en tu corazón a tu familia y a los demás, amarlos y hacer todo el bien que puedas.
Así, como dice el Papa, sabrás transformar un problema en una oportunidad[5]. Saldrás adelante, ayudarás a que las cosas mejoren en casa y en tus ambientes, y le echarás la mano a muchos para que juntos lleguemos a nuestro destino: la casa del Padre, en quien seremos felices por siempre.
+Eugenio Lira Rugarcía
Obispo de Matamoros
_________________________________
[1] Cf. Homiliae in Matthaeum, hom. 4.
[2] Cf. 2ª Lectura: Rm 1,1-7.
[3] Cf. 1ª Lectura: Is 7, 10-14.
[4] Cf. Sal 71.
[5] Cf. Patris corde, 5.