Ver la mirada de Cristo misericordioso y dejar que El realice su obra salvadora
Sabiduría 11, 22. 12,2
2 Tesalonicenses 1, 11-2,2
Lucas 19, 1-10
En este texto del evangelista San Lucas coloca la atención en el tema de la misericordia. Compasión y misericordia brillan por sí mismas en este texto como rasgos propios de Jesús. Podríamos decir que el evangelista llama a todo el que está cansado, para aliviarlo y abrirle la puerta de la misericordia, de la paz.
Es mucho lo que se puede aprender de este pasaje, se trata de la conversión de un pecador, que es ahí donde se ve la expresión de la misericordia. Tengamos en cuenta que cuando se habla de pecado, podemos entender que pecado es mi separación o desobediencia con Dios; si soy desobediente, entonces soy contrario al camino del bien y me convierto en enemigo de Dios. Los publicanos eran enemigos de Dios por su idolatría al dinero y se aprovechaban de los más pobres. Los publicanos tenían su fama de ser gente muy cruel con los indefensos. Por eso, San Lucas señala a este publicano llamado Zaqueo como enemigo de Dios. Pero sabemos que Dios tiene una promesa para él.
El pasaje lleva a imaginar cómo Zaqueo es atraído por la multitud (publicanos, pecadores, enfermos, prostitutas) que rodea a Jesús, esto despierta una curiosidad en Zaqueo, esta multitud se interpone para que el pequeño hombre tenga un encuentro personal con Cristo, es ella quien impulsa a Zaqueo a buscar a Cristo pero esa misma muchedumbre la que se interpone, es ella misma el obstáculo para que se dé este encuentro.
En nuestra vida práctica es la misma gente la que nos lleva a Jesús pero también nos lo puede impedir. Los acontecimientos multitudinarios de retiros, de alabanza, de peregrinaciones nos llaman la atención y nos llevan a Jesús pero ya estando en el camino también nos pueden poner muchos obstáculos para que no veamos a Jesús. Y esos obstáculos son las incoherencias, escándalos de injusticia, etc. Todo esto puede suceder, por ejemplo, el ir perdiendo el convencimiento de la conversión, el no renovarnos, el no recordar esa experiencia de fe queme impulso a abrazar a Cristo. El perder la convicción nos lleva a ser solo uno más, mas no un convertido más, sin una verdadera entrega personal.
La solución no es dejar la fe, ni buscar culpables de nuestras crisis, sino más bien hacer el esfuerzo con la gracia de Dios para buscar estrategias como lo hizo Zaqueo, al subirse al árbol para ver la mirada de Cristo misericordioso y dejar que El realice su obra salvadora. el Señor nos bendiga.
Pbro. José María Hernández Muñoz