Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te enseño, para que los pongas en práctica…
Deuteronomio 4,1-2.6-8
Santiago 1,17-18.21-22.27
Marcos 7,1-8.14-15.21-23
Retomamos, de nuevo, la lectura del evangelio según san Marcos, recordando que en los domingos del tiempo ordinario la primera lectura y el evangelio nos presentan, con personajes y situaciones diferentes, el mensaje central de la palabra de Dios.
Este domingo, por ejemplo, Dios nos invita a escuchar con el corazón su palabra y a ponerla en práctica. Quien hace esto recibirá grandes bendiciones y alcanzará la plena felicidad. Analicemos cada una de las lecturas, incluso la segunda lectura que trata esta misma temática.
Dios, a través de Moisés, le pide al pueblo que escuche y ponga en práctica sus preceptos a fin de que pueda entrar a tomar posesión de la tierra prometida. Los verbos en imperativo están orientados precisamente a la observancia de la Ley: “cumplan”, “guárdenlos y cúmplanlos”. Hacer esto traerá beneficios y será un gran testimonio para las demás naciones, así como también, ocasión para resaltar la grandeza de Dios, autor de estos mandatos y preceptos. Hacer lo contrario, dañará el prestigio tanto del pueblo de Israel, como el de Dios mismo.
El apóstol Santiago, magistralmente, nos exhorta a “escuchar la palabra”, “aceptarla dócilmente”, pero sobre todo, a ponerla en práctica. Nos da, además, una justificación: “la palabra es capaz de salvarlos”. Concluye ofreciéndonos unos ejemplos muy concretos: “visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones,… guardarse de este mundo corrompido”.
Detengámonos, ahora, en el texto del evangelio. San Marcos nos dice que en una ocasión los escribas y fariseos cuestionaron a Jesús porque sus discípulos no estaban cumpliendo (poniendo en práctica) una norma judía (un precepto) que consistía en lavarse (purificarse) las manos antes de comer. El Señor les responde insistiendo más en la importancia del interior del hombre. Lo exterior no contamina, en sentido estricto, al ser humano; lo que sí daña al hombre es: “lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios… Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre”. Qué importante es que nosotros no solo cuidemos lo exterior, la observancia externa de la ley. Ciertamente es importante, pero este cumplimiento externo debe de brotar espontáneamente como una convicción natural de un corazón bien intencionado que ama a Dios sobre todas las cosas.
En la Eucaristía de este domingo, junto con el salmista, repitamos una y muchas veces: ¿Quién será grato a tus ojos, Señor? Amén.
+ Ruy Rendón Leal
Obispo de Matamoros

