Se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor
Jeremías 23,1-6
Efesios 2,13-18
Marcos 6,30-34
La experiencia del pueblo de Israel acerca de sus pastores, es decir, de sus guías que velaban por las diversas necesidades de la gente, especialmente de los más pobres, no fue muy grata que digamos. Los pastores, entre ellos, los gobernantes, en vez de favorecer y velar por los débiles, se aprovechaban de su puesto para un beneficio personal o familiar.
Hoy la palabra de Dios nos presenta el tema del pastoreo en Israel: los malos pastores y la promesa de Dios de enviar buenos pastores; Jesús un buen pastor y los apóstoles aprendiendo el arte de pastorear a los seguidores del Maestro.
Dios, a través del profeta Jeremías, en la primera lectura, habla fuertemente contra los malos pastores: “¡Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer a las ovejas de mi rebaño! … Ustedes han rechazado y dispersado a mis ovejas y no las han cuidado…”. Ante esta triste realidad, la compasión de Dios por su pueblo es maravillosa ya que le promete enviarle verdaderos pastores: “Les pondré pastores que las apacienten. Ya no temerán ni se espantarán y ninguna (oveja) se perderá”.
Este texto nos hace concluir que el Señor siempre está atento a las necesidades de su pueblo, y que, si bien es cierto, no siempre quienes están al frente de las comunidades son pastores generosos que velan por las ovejas más débiles, Dios, sin embargo, proveerá en su momento de pastores según su corazón.
Los apóstoles, en el evangelio, se reúnen con Jesús después de ese primer envío que les hace; ellos le cuentan todo lo que hicieron y enseñaron. Sin duda los vio cansados, por eso los invita a ir con él a un lugar solitario para que pudiesen descansar un poco. ¡Qué gran detalle del Maestro! Les estaba invitando a un merecido descanso. La sorpresa fue mayúscula, ya que al arribar a tal lugar “solitario”, la gente ya los estaba esperando. El Señor reacciona positivamente ante esta situación “un tanto inesperada”: “se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas…”.
Las enseñanzas del evangelio de este domingo son varias: El descanso de los discípulos misioneros no consiste en dejar de evangelizar; el descanso es más bien, estar con Jesús, el Maestro: “vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. El descanso estará no en “ir a un lugar solitario”, sino en “ir con Jesús”. Por otra parte, es significativa la reacción del Señor ante la multitud que lo esperaba en aquel sitio: se compadece y se pone a enseñarles la palabra de Dios. Estas actitudes manifiestan que es un buen pastor, ya que antepone las necesidades de la gente a sus propias necesidades.
El evangelista san Juan nos ayudará a complementar este texto de san Marcos con aquellas hermosas palabras de Jesús: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado… no le importan nada las ovejas…” (Jn 10,11-13).
Hoy le pedimos al Señor, en la Eucaristía, que conceda siempre a su Iglesia buenos y santos pastores, según su corazón. Amén.
+ Ruy Rendón Leal
Obispo de Matamoros