No temas, basta que tengas fe
Sabiduría 1,13-15; 2,23-24
2 Corintios 8,7.9.13-15
Marcos 5,21-43
La Palabra de Dios nos ofrece este domingo dos interesantes temas de reflexión. Por una parte, la enfermedad y la muerte del ser humano en el plan de Dios; y, por otra parte, la ayuda generosa que los cristianos debemos realizar a favor de las iglesias necesitadas.
Los seres humanos somos frágiles, estamos a merced de la enfermedad, los accidentes, el deterioro de nuestro cuerpo y la muerte. Estas realidades nos llenan de preocupación, nos quitan el sueño, nos afligen sobremanera, y no es para menos. ¿Quién de nosotros ante un diagnóstico médico inesperado no se desploma anímicamente, entrando en un estado emocional doloroso que le hace perder la paz interior? No se diga nuestra reacción ante el acontecimiento de la muerte de un ser querido… La realidad humana es difícil, sin duda, estamos envueltos en debilidad. Por eso con san Pablo decimos: ¿Quién nos librará de este cuerpo que nos lleva a la muerte? (cfr. Rom 7,24).
Hoy, la primera lectura y el evangelio nos muestran cómo Dios, en la persona de su Hijo Jesucristo, nos da otra visión de la enfermedad y de la muerte. En efecto, el autor de la Sabiduría nos dice expresamente: “Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes. Todo lo creo para que subsistiera. Las creaturas del mundo son saludables… Dios hizo (al hombre) a imagen y semejanza de sí mismo”.
San Marcos, en el relato del evangelio, destaca el poder salvador de Jesús en dos casos particulares: una mujer adulta y una niña de doce años. La mujer, curiosamente, llevaba doce años padeciendo su enfermedad. En ambos casos, la fe hace posible el resultado milagroso: “Hija, tu fe te ha curado”, “no temas, basta que tengas fe”. La mujer toca a Jesús con fe; Jesús toca a la niña, cuyo padre es un hombre de fe, y se hacen los milagros. Sin embargo, debemos considerar que detrás de estos hechos prodigiosos realizados por Jesús, el evangelista nos dice, entre líneas (curar = salvar), que el Maestro no solo es capaz de dar la salud del cuerpo, él es también capaz de dar la salud interior y la vida verdadera en la resurrección que nos promete.
San Pablo en la segunda lectura invita a la comunidad cristiana de Corinto a ser generosa y ayudar con una colecta a favor de las comunidades pobres de Jerusalén. Con esta intención les expresa a los corintios unas ideas maravillosas que a nosotros nos deben servir a fin de ser siempre caritativos con quienes pasan necesidad: “distínganse ahora por su generosidad… Nuestro Señor Jesucristo,…siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza. La abundancia de ustedes, remediará las carencias de ellos…”.
Pidamos dos cosas al Señor en la Eucaristía de este domingo: que la salvación eterna que Jesús nos vino a traer, nos haga ver más allá de la enfermedad y la muerte; y que el ejemplo de Jesús, quien siendo rico se hizo pobre, nos motive a compartir nuestros bienes con aquellos hermanos nuestros que carecen de lo necesario para vivir. Amén.
+ Ruy Rendón Leal
Obispo de Matamoros