Perdónanos, Señor, y viviremos
Génesis 3,9-15
2 Corintios 4,13 – 5,1
Marcos 3,20-35
Recuperamos, de nuevo, la lectura continuada del evangelio de san Marcos. En los textos de este domingo encontramos varios puntos interesantes que podemos reflexionar, en especial el tema sobre el pecado y el perdón de Dios.
El relato del Génesis expresa las consecuencias del pecado de nuestros primeros padres Adán y Eva; ellos le manifiestan a Dios, cada uno a su modo, que no son responsables de lo sucedido: “La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto del árbol y comí”. “La serpiente me engañó y comí”. Nosotros somos igual, nos cuesta trabajo reconocer nuestras culpas, siempre tenemos una excusa para no aceptar la responsabilidad, y lo que es peor, pensamos que los demás son los culpables de nuestros fracasos y de los errores en los que vamos cayendo.
La primera lectura termina con un final feliz: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya; y su descendencia te aplastará la cabeza, mientras tú tratarás de morder su talón”, le dice Dios a la serpiente. Estas palabras expresan el perdón y la misericordia que Dios ofrece a la humanidad caída. El salmo 129 reafirma esto mismo: “de ti procede el perdón…”, “del Señor viene la misericordia…”.
San Pablo, en la segunda lectura nos comparte una magnífica reflexión acerca de la fe, mejor aún, acerca de su experiencia de fe: “creemos y por eso hablamos”, “nuestros sufrimientos momentáneos y ligeros nos producen una riqueza eterna…”. “Nosotros no ponemos la mira en lo que se ve, sino en lo que no se ve, porque lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno… Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna…”. Este texto de Pablo nos debe llenar de fortaleza en medio del sufrimiento y de las pruebas cotidianas. No desfallezcamos, hermanos, que la felicidad eterna preparada por Dios nos espera.
San Marcos en el texto del evangelio nos presenta una controversia de Jesús con los escribas, quienes lo acusan de estar endemoniado. El Señor les responde insistiéndoles que es imposible que Satanás expulse a Satanás. En realidad lo que Jesús expresa con la expulsión de demonios y con sus palabras llenas de sabiduría es que Satanás está siendo ya derrotado por él y que su fin está llegando. Este contenido del texto evangélico nos hace recordar el final de la primera lectura “su descendencia te aplastará la cabeza…”. Jesús es la descendencia de la mujer, Jesús es la victoria de Dios sobre el mal, sobre el pecado, sobre el demonio.
En la Eucaristía de este domingo le pedimos a Dios, nuestro Señor, que confiemos siempre en su misericordia, que no dudemos de su ternura y su compasión y que junto con María, la madre de Jesús, cumplamos siempre la voluntad de Dios. Amén.
+ Ruy Rendón Leal
Obispo de Matamoros