Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura
Zacarías 8,20-23
Romanos 10,9-18
Marcos 16,15-20
Cada año, el tercer domingo de octubre, la Iglesia celebra el “Domingo Mundial de las Misiones”, llamado popularmente DOMUND. Esta fecha es una excelente oportunidad para ver más allá de nuestras fronteras y entender que Dios nuestro Señor quiere que la salvación que nos ha dado en su Hijo Jesucristo esté al alcance de todos los seres humanos, hombres y mujeres de todas las naciones de la tierra.
Dios a través del profeta Zacarías nos recuerda que su salvación es para todas las naciones del mundo, no solo para el pueblo de Israel: “Vendrán numerosos pueblos y naciones poderosas a orar ante el Señor Dios en Jerusalén y a implorar su protección”. Ciertamente Israel, como pueblo elegido, tendrá un papel protagónico, ya que a través de él los paganos conocerán al Dios verdadero: “En aquellos días, diez hombres de cada lengua extranjera tomarán por el borde del manto a un judío y le dirán <Queremos ir contigo, pues hemos oído decir que Dios está con ustedes>”. Con el salmo 66 oramos a Dios y le decimos con emoción: “Que todos los pueblos conozcan tu bondad”.
Dios realiza este plan universal de salvación de manera extraordinaria enviando al mundo a su Hijo Jesucristo. Esto sucedió históricamente hace 2000 años. Jesucristo es “el primer misionero” en cuanto que Dios Padre lo envía (missio = envío) y le confía una “misión”: la de salvar a la humanidad del pecado y de la muerte. Esta salvación la lleva a cabo por medio de palabras (su predicación) y obras (sus milagros) que culminan en su pasión, muerte y gloriosa resurrección; a esto le llamamos “Misterio Pascual”. Su sangre ha borrado ya nuestros pecados, quedando así reconciliados con Dios.
Ahora bien, nuestro Señor en el evangelio de san Marcos (Mc 16,15-20) aparece enviando a los Once, es decir, a la Iglesia (recordemos que el grupo de los apóstoles son el cimiento de nuestra Iglesia, así lo dice san Pablo en Efesios 2,20). En este envío, Jesús les dice a sus apóstoles: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”. La obra de Jesús se ha continuado a través de los siglos por medio de su Iglesia. Por ello afirmamos que la Iglesia es misionera por naturaleza en cuanto que ella ha sido enviada a todas las naciones con una misión muy específica: anunciar y realizar la salvación de Dios en la persona de Jesucristo. Esto lo hace por medio de la predicación del Evangelio, la celebración de los sacramentos, y la caridad hacia los más necesitados.
San Pablo en la carta a los romanos (segunda lectura) nos insiste en la necesidad de que haya personas concretas que anuncien el Evangelio: “Todo el que invoque al Señor como a su Dios será salvado por él… Ahora bien, ¿cómo van a invocar al Señor, si no creen en él? ¿Y cómo van a creer en él… si no hay nadie que se lo anuncie?…”. En este punto, nos toca a cada uno de nosotros, los bautizados, entender con el corazón que la vida cristiana comporta una exigencia ineludible: ser misioneros llevando a todos el mensaje del Evangelio.
Oremos al Señor en la Eucaristía de este domingo por cada uno de nosotros, los bautizados, para que seamos verdaderos discípulos misioneros de Jesucristo. Amén.
+Ruy Rendón Leal
Obispo de Matamoros