Domingo III Del Tiempo Ordinario
“Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios”. Reflexión de Mons. Ruy Rendón para el domingo 25 de enero de 2015.
“Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios”.
Jonás 3,1-5.10
1Corintios 7,29-31
Marcos 1,14-20
Las lecturas bíblicas de este domingo nos presentan dos personajes importantes, expertos en predicar la Palabra de Dios: Jonás y Jesús. Ambos nos hacen un llamado explícito a la conversión.
Jonás, en la primera lectura, es enviado por Dios a la ciudad de Nínive para invitar a los ninivitas a que, dejando su mala conducta, se conviertan a Dios, haciendo el bien y evitando el mal. La respuesta de ellos fue muy positiva ya que escucharon la predicación de Jonás, creyeron en Dios e hicieron penitencia.
Jesús, en el evangelio, empieza su predicación a orillas del mar de Galilea anunciando la cercanía del Reino de Dios, la conversión, y la fe en este nuevo mensaje que vino a traernos: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio”. San Marcos no nos dice cuál fue la respuesta que en ese momento le dieron a Jesús, pero suponemos que mucha gente, a partir de estas primeras enseñanzas, lo empezó a seguir, llevando una vida de obediencia a Dios.
Nuestro Señor, además de este importante tema de predicación, invita a varios pescadores a que lo sigan, transformándolos en pescadores de hombres: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres”. Este llamado es bien recibido por ellos, ya que con prontitud y con un gran desapego lo empiezan a seguir, convirtiéndose en sus primeros discípulos.
Por lo demás, no podemos pasar por alto lo que hoy san Pablo nos dice al final de la segunda lectura. Es una frase maravillosa que encierra una gran enseñanza: “este mundo que vemos es pasajero”. Bien meditada esta frase, nos ayuda a ubicar lo verdaderamente importante y trascendente de la vida. No son las cosas o situaciones que se nos presentan diariamente y que, con frecuencia, hacen que nuestro corazón se apegue a ellas pensando que es lo único y verdadero. San Pablo nos invita a levantar la mirada y descubrir a Dios detrás de las cosas, detrás de cada evento, detrás de cada situación y persona.
Elevemos al Señor en la Eucaristía dominical una ferviente oración por cada uno de nosotros, pidiéndole: una auténtica conversión, un perseverante seguimiento y un sincero desapego de las cosas materiales. Amén.
No olvidemos, además, orar por la unidad de todos los cristianos.
+ Ruy Rendón Leal
Obispo de Matamoros