Comentario a la película: Los Miserables |
La película Los Miserables es la versión fílmica de la obra de teatro musical, inspirada a su vez en la novela de Víctor Hugo. Ésta es su novela más llevada al cine; la primera versión fue en 1907. Cuentan que a Víctor Hugo no le disgustaba que sus obras inspiraran ya bastantes óperas o que sus poemas fueran musicalizados. Vale el dato para los que creyeran que el comprometido escritor se pudiera ofender por otra versión musical de su literatura, cuando él mismo lo sentía como propio de su aporte.Ahora el cine trata de acercarnos a un musical que se ha mantenido en cartelera en Londres desde 1985; que ha sido llevado a 38 países, en 22 idiomas, y que en México duró en el escenario casi dos años (2002-2004), como ninguna otra obra. El éxito quizás esté en el espíritu de sus personajes, los ideales de cambio social y de esperanza, y en la fuerza de su música y sus canciones. Éste puede ser el hilo conductor para ver y sentir la obra musical, seguir sus canciones, ayudados por los planos cercanos y de conjunto que nos ofrece la película.Los Miserables es una historia de redención, de apuesta por lo mejor de cada ser humano, de esperanza por alcanzar una vida mejor para todos. Su personaje principal, Jean Valjean, es un ex convicto que ha pasado 19 años en prisión por robar un pan y luego tratar de escapar. La impresionante escena inicial de la película nos pone junto a aquellos que serán protagonistas -de diversos modos- en toda la obra: los miserables, es decir, los desamparados, los excluidos, los esclavizados. Cuando Valjean es puesto en libertad condicionada, encuentra que no es verdaderamente libre en una sociedad así que crea pobreza y exclusión. Pero cuando el Obispo de Digne no sólo lo perdona sino le regala más, Valjean descubre qué es ser libre: practicar misericordia ante el miserable. Y emprende el difícil camino de vivirlo, siempre perseguido por Javert, el representante oficial de la ley, de la condena, del orden sin misericordia.
Ayudar a Fantine, la prostituta en desgracia, adoptar a la pequeña Cosette huérfana, apoyar a Marius y los jóvenes revolucionarios, perdonar la vida a Javert, serán parte de esta misión de Valjean; misión a contracorriente, en la persecución, el desprendimiento, la misericordia. Y todavía más, en el conflicto interior de no saber si ésa es la verdadera libertad que la gracia del perdón cristiano le ha regalado: “¿Quién soy yo? Mi alma pertenece a Dios pues Él me dio esperanza cuando ya no la tenía, me dio fuerzas para seguir; pero al mismo tiempo soy Jean Valjean y soy el 24601”. El proceso espiritual de Valjean tiene mucho de aceptación de la fe y la gracia, como una liberación que se encarna en amor a los demás, tal como lo transmite san Pablo (ver Gálatas, capítulo 5), porque “amar a otro es ver el rostro de Dios”, es vivir según su Espíritu. Practicar el amor solidario, apostar en esperanza por romper el yugo de toda opresión, “es la música de un pueblo que no volverá a ser esclavo”, que se abre al mañana, que despierta a una vida nueva, que ve el rostro de Dios. “Es el futuro que empieza hoy”. Luis García Orso, S.J. |