Mons. Eugenio Andrés Lira Rugarcia es el Obispo de la Ciudad de Matamoros, en la frontera entre México y Estados Unidos. Junto a los voluntarios fui en búsqueda de la joven mujer que ayer, en las aguas del Río Grande (Río Bravo), ha perdido a su esposo e hijita. Sin embargo, la emergencia continúa: “En este momento en Matamoros hay más de 700 migrantes – explica -, pero los trámites proceden lentamente, y ello provoca que algunos se desesperen e intenten atravesar nadando el río”. Dramáticos momentos, consecuencias trágicas.
Óscar Alberto Martínez Ramírez atraviesa nadando el Río Grande (Río Bravo) en Matamoros , sobre la frontera entre México y Estados Unidos, con su hijita Valeria, de 23 meses, la “deposita” sobre la orilla opuesta, en territorio estadounidense, regresa hacia atrás para ayudar a su esposo Vanessa. Pero la pequeña tiene miedo a estar sola, lo sigue saltando al agua y es llevada por la corriente. El padre busca salvarla, se abraza a ella, pero no logra salvarla. Poco después se revela la fotografía que dió la vuelta al mundo. Padre e hija flotando en la orilla del río, la pequeña que buscaba protección “dentro” la playera de su papá.
“A la noticia de este trágico hecho me ha provocado un gran dolor – dice el Sr. Obispo de Matamoros, Mons. Eugenio Andrés Lira Rugarcia – . Mi pensamiento se ha ido a Óscar y a su hijita, en aquellos momentos que debieron haber sido muy dramáticos. Es verdaderamente triste que estas personas, que han salido de sus países para buscar un futuro mejor, hayan terminado su vida de esta manera. Así, no he podido más que preguntarme ¿Por qué el mundo es así?, ¿por qué lo hemos hecho así?”.
La voz del Obispo se suma, así, a la voz del Papá Francisco. “El Santo Padre ha visto, con inmensa tristeza, la imagen del papá y su niña muertos en el Río Grande mientras buscaban pasar la frontera entre México y Estados Unidos”. Lo ha referido a los periodistas el director “ad interim” de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti.
El Obispo encuentra a la joven viuda. El día de ayer, para la Iglesia de Matamoros, ha tenido una prioridad: la atención a la joven esposa y madre, empezando por el Obispo. “He estado en la Casa del migrante atendida por la Diócesis de Matamoros, donde estamos dando hospedaje a la joven explica Mons. Lira-. Hemos platicado por largo tiempo. Me ha manifestado su agradecimiento al personal de la Casa del Migrante, sobretodo a quien, él se llama Juan Sierra, la esta asistiendo en todos los tramites y necesidades diversas. He quedado muy edificado de su testimonio de fe.
Después hemos orado juntos por ella y por el eterno descanso de su esposo y de su pequeña, también estaban presentes en Padre Francisco Gallardo, director de la Casa del migrante, el Señor Sierra y parte del personal.
Es una situación muy difícil para la familia y, particularmente, para la joven esposa – reconoce el padre Francisco Gallardo, quien es el responsable de la Pastoral Social-. La diócesis ha estado en contacto con los familiares y, en modo particular, con la señora, sobretodo en el acompañamiento legal y para los otros aspectos que requieren de nuestra atención. Continúa el deber de la Iglesia de ayudar y proteger a las personas más débiles y frágiles.
Los 700 migrantes esperan “pasar”. La emergencia migrante, en Matamoros, ciertamente no ha nacido con el trágico hecho de ayer. Desde hace tiempo, como en otras ciudades fronterizas, esta bajo presión. Se trata de la localidad mexicana al Oriente de la frontera entre México y Estados Unidos . Enfrente, esta la ciudad texana de Brownsville. En medio, el río Grande, más conocido como Río Bravo. No muy ancho pero si insidioso y lleno de corrientes, sobretodo en días lluviosos como estos. Poco después, el curso del agua, al término de amplios meandros, termina su recorrido en el Golfo de México.
Continua el Obispo: “en este momento en Matamoros hay más de 700 migrantes que esperando ser admitidos en los Estados Unidos. Algunos están en la casa del migrante de la Diócesis. La mayor parte está hospedada en hoteles o en departamentos que rentan. El problema es que el trámite procede lentamente y esto provoca que algunos de ellos se desesperen e intenten atravesar nadando el Río Bravo, una cosa muy peligrosa. A esta situación se suma la presencia del crimen organizado, que se aprovecha de la situación e constituye para los migrantes un ulterior factor de riesgo.
De parte de Mons. Lira, un apelo final: “Los gobiernos, pero también todos nosotros como sociedad, debemos ver en cada uno de los migrantes no un número o una estadística, sino una persona como nosotros. Una persona con dignidad, derechos, deberes, con muchos talentos, necesidades, dolores, sueños, problemas y esperanzas. Metámonos en sus zapatos. Busquemos probar aquello que ellos mismos prueban, compartamos y hagamos nuestra su situación. Como nos enseña Jesús en el Evangelio, tratémoslos como quisiéramos ser tratados nosotros en esta situación. Acojámoslos, integrémoslos, protejámoslos y promovámoslos, así como nos pide el Papa. Solo así construiremos un mundo mejor para todos”.
Padre e hija mueren ahogados. Mons. Lira Rugarcía: “he orado con la viuda y la he reconfortado en la fe”
“Cuando me enteré de la trágica noticia he sentido un gran dolor. He pensado en Oscar y en su pequeña hija Angie, ahogados en el Rio Bravo, he pensado en los momentos que debieron ser dramáticos, he pensado en la impotencia y la pena de la viuda que ha perdido a toda su familia de forma dramática. En verdad es muy triste que estos hermanos que han salido de su país en búsqueda de un mejor futuro, hayan perdido la vida de esta manera. No he podido mas que preguntarme: ¿por qué el mundo es así? ¿por qué lo hemos vuelto de esta manera?”.
Lo afirma Monseñor Eugenio Andrés Lira Rugarcía, comentando la muerte de Óscar Alberto Martínez Ramírez y de su pequeña hija Angie Valeria de dos años de edad. La foto tomada en la orilla del Río Bravo de los cuerpos de ambos, ha dado la vuelta al mundo. Añade el Señor Obispo:
“He estado en la Casa del Migrante, perteneciente a la Diócesis de Matamoros, en donde estamos dando ayuda y hospitalidad a la joven viuda. He hablado largamente con ella. Y me ha manifestado su agradecimiento al personal de la Casa del Migrante, sobre todo a Juan Sierra, quien la está apoyando en todas sus necesidades. Me he quedado muy edificado por su testimonio de fe. Ella me dijo que en estos momentos de gran sufrimiento ha encontrado en la oración la fuerza para confiar en el Amor de Dios y seguir adelante. Hemos orado juntos, por ella misma y por el eterno descanso de su esposo y de su pequeña hija. Estaban presentes también el Padre Francisco Gallardo, director de la Casa del Migrante, el señor Juan Sierra y parte del personal”.
Entrevista original: Bruno Desidera / SIR / CEI
Traducción: Mario Correa / Milton Solís