La Epifanía del Señor
“Que te adoren, Señor, todos los pueblos”.Reflexión de Mons. Ruy Rendón para el domingo 04 de enero de 2015.
“Que te adoren, Señor, todos los pueblos”.
Isaías 60,1-6
Efesios 3,2-3.5-6
Mateo 2,1-12
En la fiesta de la Epifanía del Señor, la Iglesia celebra la manifestación de Dios a través de Jesús niño “que acaba de nacer”. De hecho la palabra “epifanía” significa manifestación (divina). Dios, pues, en su Hijo recién nacido, se revela, se da a conocer a unos magos venidos de Oriente. El centro de la fiesta es el Dios hecho hombre, nuestro Salvador. Los magos, en realidad, son personajes secundarios, que simbolizan a los pueblos paganos, es decir, a las naciones no judías.
Los textos bíblicos están “salpicados” de expresiones de luz y alegría; y no es para menos, la llegada del Niño Dios es motivo de gozo, Él es la luz que resplandece sobre Jerusalén y que ilumina a todos los pueblos de la tierra: “Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti…”. ¡Dejémonos iluminar por la Palabra hecha carne!
Los magos nos dan ejemplo de cómo debemos buscar al Señor. A ellos no les importa dejar la comodidad de su casa y recorrer caminos desconocidos, peligrosos y distantes, con la única intención de encontrar a Jesús. Dios los va guiando en su búsqueda. Ellos se dejan guiar, confiadamente, por las señales divinas a pesar de las sorpresas y los desconciertos. ¡Busquemos al Señor de todo corazón!, no escatimemos esfuerzo alguno por encontrarlo.
Qué cosa más paradójica: en Jerusalén, la capital, la ciudad santa, nadie sabía del recién nacido; a sus habitantes les había “pasado de noche” el nacimiento del Redentor. Qué pena y, a la vez, qué tristeza…, los que deberían dar ejemplo de estar atentos y vigilantes ante la llegada del Mesías, estaban ignorando uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la humanidad. ¡Que a nosotros no nos pase lo mismo!
Los magos, una vez que la estrella los vuelve a guiar, “encontraron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron”. Le ofrecen tres regalos: oro porque Jesús es rey, incienso porque Jesús es Dios, y mirra porque Jesús es un hombre que experimentará, tarde o temprano, el sufrimiento.
En la Misa de este domingo, ofrezcámosle a nuestro Salvador toda nuestra vida como el mejor de los regalos que podamos poner a sus pies. Amén.
+ Ruy Rendón Leal
Obispo de Matamoros